lunes, 4 de febrero de 2013

Alsophis


 Ayer, a eso de la diez de la mañana, salí de mi casa con fines a visitar dos templos, uno Católico y otro Bautista. Una culebra se enrollaba sobre una pobre lagartija. Se tragaba un ser  muchas veces más grande que su pequeña boca. No era un culebrón, era una de esas serpientes que llamamos Alsophis. A mi cabeza llegó esa madeja de presas y depredadores tan necesarias para el balance de las poblaciones. No veía más que garras, colmillos, cuellos torcidos, fragmentos de cuerpo y un torrente sanguíneo que manchaba el aire, el suelo y el agua. Pensé en mi pueblo, en mi gente tranquila rodeada de tantas mentes torcidas, llenas de neuronas incapaces de llevar a cabo una sinapsis adecuada. Cuerpos envenenados por la droga y el alcohol por el pecado convertido en vicio. Me sentí apenado por esos seres que son fruto de nuestras negligencias, de nuestra falta de amor. Confundido, también era yo parte de aquellos males. Cuantas veces cometemos delitos sencillos al parecer, que en mentes en desarrollo se convierten en desgracias y tormentos. Me sentí culpable de haber contribuido a esta sociedad que todo lo tergiversa.

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