José Antonio Pagola
LA INTIMIDAD DE DIOS
Si por un imposible la Iglesia dijera un día que Dios no es Trinidad,
¿cambiaría en algo la existencia de muchos creyentes? Probablemente no. Por eso
queda uno sorprendido ante esta confesión del P. Varillon: «Pienso que, si Dios
no fuera Trinidad, yo sería probablemente ateo [...] En cualquier caso, si Dios
no es Trinidad, yo no comprendo ya absolutamente nada». La inmensa mayoría de
los cristianos no sabe que al adorar a Dios como Trinidad estamos confesando que
Dios, en su intimidad más profunda, es solo amor, acogida, ternura. Esta es
quizá la conversión que más necesitan no pocos cristianos: el paso progresivo
de un Dios considerado como Poder a un Dios adorado gozosamente como Amor.Dios
no es un ser «omnipotente y sempiterno» cualquiera. Un ser poderoso puede ser
un déspota, un tirano destructor, un dictador arbitrario: una amenaza para
nuestra pequeña y débil libertad. ¿Podríamos confiar en un Dios del que solo
supiéramos que es omnipotente? Es muy difícil abandonarse a alguien
infinitamente poderoso. Parece más fácil desconfiar, ser cautos y salvaguardar
nuestra independencia.Pero Dios es Trinidad, es un misterio de Amor. Y su
omnipotencia es la omnipotencia de quien solo es amor, ternura insondable e infinita.
Es el amor de Dios el que es omnipotente. Dios no lo puede todo. Dios no puede
sino lo que puede el amor infinito. Y siempre que lo olvidamos y nos salimos de
la esfera del amor nos fabricamos un Dios falso, una especie de ídolo extraño
que no existe.Cuando no hemos descubierto todavía que Dios es solo Amor,
fácilmente nos relacionamos con él desde el interés o el miedo. Un interés que
nos mueve a utilizar su omnipotencia para nuestro provecho. O un miedo que nos
lleva a buscar toda clase de medios para defendernos de su poder amenazador.
Pero esta religión hecha de interés y de miedos está más cerca de la magia que
de la verdadera fe cristiana.Solo cuando uno intuye desde la fe que Dios es
solo Amor y descubre fascinado que no puede ser otra cosa sino Amor presente y
palpitante en lo más hondo de nuestra vida, comienza a crecer libre en nuestro
corazón la confianza en un Dios Trinidad del que lo único que sabemos por Jesús
es que no puede sino amarnos.Santísima Trinidad - A(Juan 3,16-18)11 de junio 2017
José Antonio Pagola
buenasnoticias@ppc-editorial.com
F
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LO CREO, LO SIENTO, LO SÉ
Escrito por Florentino Ulibarri
Sé que las imágenes pueden confundirme
y hasta engañarme.
Sé que los nombres no alcanzan a decirte
por mucho que los ajuste.
Sé que los sueños más hermosos
son proyecciones.
Sé que las palabras se quedan cortas
en todas sus expresiones.
Y, a pesar de ello,
te imagino,
te nombro,
te sueño,
y te hago palabra e imagen
para conocerte,
porque Tú eres el que quiere revelarse
en esas pobres mediaciones.
Como Padre,
tu querer es siempre amor
y da la vida
–el espacio, el aire, el cuerpo–
a todo lo creado,
a nosotros también,
aunque no lo sepamos,
desde el principio de los tiempos,
pasando por nuestros días,
hasta la eternidad.
Como Hijo
viniste a nuestro encuentro
y te hiciste como nosotros;
tu palabra es vida
que ayuda y consuela al hermano;
te haces carne para el hambriento
y bebida para el sediento;
santificas y alegras nuestros pasos
y eres viático en nuestro vagar
hacia la eternidad.
Como Espíritu,
tu presencia nos acompaña
y es luz y sombra,
fuego y brisa
que empuja la historia,
y a todos nosotros,
hacia la plenitud,
dándonos paz, justicia, verdad y amor
día a día;
de ella surge la eternidad.
Tanto nos amas
que eres Trinidad,
Dios abierto y entregado
sin reservas.
Lo creo,
lo siento,
lo sé.
Florentino Ulibarri
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NI NOSOTROS ESTAMOS FUERA DE DIOS NI DIOS ESTÁ FUERA DE NOSOTROS
Escrito por Fray Marcos
Jn 3, 16-18
Tampoco hoy celebramos una fiesta dedicada a Dios, celebramos que Dios es
una fiesta todos los días, que es algo muy distinto. La fiesta es siempre
alegría, relación, vida, amor. El creyente es aquel que se ha sentido invitado
a esa fiesta y forma parte inextricable de la misma fiesta. La Trinidad, tiene
que liberarnos del Dios Ser poderoso y empaparnos del Dios Ágape que nos
identifica con Él. El Dios todopoderoso es lo contrario del Dios trino. Dios es
amor y solo amor. Solo en la medida que amemos, podremos conocer a Dios.
Se nos dice que es el dogma más importante de nuestra fe católica, y sin
embargo, la inmensa mayoría de los cristianos no pueden comprender lo que
quiere decir. La gran enseñanza de la Trinidad es que solo vivimos, si
convivimos. Nuestra vida debía ser un espejo que en todo momento reflejara el
misterio de la Trinidad. Pero para llegar al Dios de Jesús, tenemos que superar
el ídolo al que nos aferramos. Sí, el falso dios en quien todos hemos creído y
en gran medida, seguimos creyendo los cristianos:
El dios interesado por su gloria, incluso cuando hace algo para sacarnos de
la miseria.
El dios todopoderoso que si no elimina el mal es porque no le da la gana.
El dios que salva a uno si alguien reza por él, pero no hace caso si nadie
se lo pide.
El dios ofendido que exige la muerte de su hijo para poder perdonar el ser
humano.
El dios que premia a los que hacen lo que Él quiere y condena a los que no
le obedecen.
El dios celoso de la moral sexual, pero que no le preocupa mucho la
injusticia.
El dios que nos exige amar al enemigo pero que a los suyos los manda al
infierno.
Debemos estar muy alerta, porque tanto en el AT como en el nuevo podemos
encontrar trazos de este falso dios. Jesús experimentó al verdadero Dios, pero
fracasó a la hora de hacer ver a sus discípulos su vivencia. En los evangelios
encontramos chispazos de esa luz, pero los seguidores de Jesús no pudieron
aguantar el profundo cambio que suponía sobre el Dios del AT. Muy pronto se
olvidaron esos chispazos y el cristianismo se encontró más a gusto con el Dios
del AT que le daba las seguridades que anhelaba.
La Trinidad no es una verdad para creer sino la base de nuestra vivencia
cristiana. Una profunda experiencia del mensaje cristiano será siempre una
aproximación al misterio Trinitario. Solo después de haber abandonado siglos de
vivencia, se hizo necesaria la reflexión teológica sobre el misterio. Los
dogmas llegaron como medio de evitar lo que algunos consideraron errores en las
formulaciones racionales, pero lo verdaderamente importante fue siempre vivir
esa presencia de Dios en el interior de cada cristiano.
Lo más urgente en este momento para el cristianismo, no es explicar mejor
el dogma de la Trinidad, y menos aún, una nueva doctrina sobre Dios Trino. Tal
vez nunca ha estado el mundo cristiano mejor preparado para intentar una nueva
manera de entender el Dios de Jesús o mejor, una nueva espiritualidad que ponga
en el centro al Espíritu-Dios, que impregna el cosmos, irrumpe como Vida,
aflora decididamente en la conciencia de cada persona y se vive en comunidad.
Sería, en definitiva, la búsqueda de un encuentro vivo con Dios. No se trata de
explicar la esencia de la luz, sino de abrir los ojos para ver.
No debemos pensar en tres entidades haciendo y deshaciendo, separada cada
una de las otras dos. Nadie se podrá encontrar con el Hijo o con el Padre o con
el Espíritu Santo. Nuestra relación será siempre con el UNO que nos une. Es
urgente tomar conciencia de que cuando hablamos de cualquiera de las tres
personas relacionándose con nosotros, estamos hablando de Dios. En teología, se
llama “apropiación” (¿indebida?) esta manera impropia de asignar acciones
distintas a las tres personas. Ni el Padre solo crea ni el Hijo solo salva ni
el Espíritu Santo santifica por su cuenta; Todo es “obra” del Dios.
Nada de lo que pensamos o decimos sobre Dios es adecuado. Cualquier
definición o cualquier calificativo que atribuyamos a Dios son incorrectos. Lo
que creemos saber racionalmente de Dios, es un estorbo para vivir su presencia
vivificadora en nosotros. Con frecuencia, los ateos están más cerca del
verdadero Dios que los creyentes. Ellos por lo menos rechazan la creencia en
los ídolos que nosotros nos empeñamos en defender.
Los creyentes no solemos ir más allá de unas ideas (ídolos) que hemos fabricado
a nuestra medida. Callar sobre Dios, es siempre más exacto que hablar. Dicen
los orientales: “Si tu palabra no es mejor que el silencio, cállate”. Las
primeras líneas del “Tao” rezan: El Tao que puede ser expresado no es el
verdadero Tao; el nombre que se le puede dar, no es su verdadero nombre. ¡Ahora
hablemos de Dios!
De la misma manera, siempre que aplicamos a Dios contenidos verbales,
aunque sean los de “ama”, “perdonó”, “salvará”, nos equivocamos, porque en Dios
los verbos no se conjugan; no tiene tiempos ni modos. Dios no tiene “acciones”.
Dios, todo lo que hace, lo es. Si ama, es amor. Pero al decir que es amor, nos
equivocamos también, porque le aplicamos el concepto de amor humano y en Dios
el AMOR, es algo muy distinto.
Es un amor que no podemos comprender, aunque sí experimentar. Este
experimentar que Dios es amor, sería lo esencial de nuestro acercamiento a Él.
Los primeros cristianos emplearon siete palabras diferentes para hablar del
amor. Al amor que es Dios lo llamaron ágape. No se trata de una relación entre
sujeto y objeto sino en identificación de ambos. En Dios el amor es su esencia,
es decir, no puede no tenerlo, porque dejaría de ser.
Vivir la experiencia de Dios Trino, sería convivir. Sería experimentarlo:
1) Como Dios, ser absoluto. 2) Como Dios a nuestro lado presente en el otro. 3)
Como Dios en el interior de nosotros mismos, fundamento de mi ser. En cada uno
de nosotros se tiene que estar reflejando siempre la Trinidad. Empezar por
descubrir a Dios en nosotros, identificado con nuestro propio ser. Descubrimos
a Dios con nosotros en los demás. Descubrimos también a Dios que nos trasciende
y en esa trascendencia completamos la imagen de Dios.
Hoy no tiene ningún sentido la disyuntiva entre creer en Dios o no creer.
Todos tenemos nuestro Dios o dioses. Hoy la disyuntiva es creer en el Dios de
Jesús o creer en un ídolo. La mayoría de los cristianos no vamos más allá del
ídolo que nos hemos fabricado a través de los siglos. Lo que rechazan los
ateos, es nuestra idea de Dios que no supera un teísmo interesado y miope.
Después de darle muchas vueltas al tema, he llegado a la conclusión de que es
más perjudicial para el ser humano el teísmo que el ateísmo.
El Dios revelado por Jesús, es amor. La mejor noticia que podía recibir un
ser humano es que Dios no puede apartarle de su amor. Esta es la verdadera
salvación que tenemos que apropiarnos. Es también el fundamento de nuestra
confianza en Dios. Confianza absoluta y total porque, aunque quisiera, no puede
fallarnos. En esa confianza consiste la fe.
Meditación
Dios es amor, pero ese amor no responde a nuestra idea del amor.
Dios es: El que ama, el amado y el amor.Los tres a la vez.
La creación no es más que la manifestación de ese Dios.
En toda criatura queda reflejada su manera de ser.
En todo ser creado está el amante, el amado y el amor.
El hombre tiene la capacidad de entrar intuitivamente en esa dinámica.
No puede haber meta más alta, que dejarse arrastrar por ese torbellino.
Fray Marcos
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