sábado, 1 de febrero de 2025

EL RELOJ SUIZO AUTOR DON CARLO BARTOLOMEI EL ITALIANO

 El reloj suizo


Se habían encontrado un domingo por la mañana en plaza Dorrego donde los turistas acudían para ver bailar un tango o buscar antigüedades de ocasión en el mercado de San Telmo.  Habian visto un señor con un importante reloj suizo en la muñeca y enseguida habían decidido de robárselo. Con la moto siguieron el taxi donde la víctima predestinada había subido y cuando esta llegaba a su destino uno de los dos la atraco’ mientras el otro lo esperaba con la moto encendida.
Eran jóvenes y el éxito de la hazaña había llenado sus corazónes de adrenalina. A la velocidad de la luz y sin cascos no se dieron cuenta del coche que en dirección contraria cruzaba la calle donde ellos se habían comido el semaforo.
El impacto fue terrible y los dos se despertaron fallecidos en la Chacarita al lado de las tumbas de Alfonsina Storni, Quinquela Martin, Osvaldo Pugliese, Anibal Troilo, Julio de Caro. Se trataba del sector séptimo porque’ al lado de estos grandes artistas habían otros que habían muerto muy jóvenes y que al ver llegar estos dos nuevos compañeros organizaron enseguida una fiesta de bienvenida. Aníbal Troilo agarro’ el bandoneón que estaba en el suelo y empezó a tocar una musica especial como solo el sabia tocar. También el maestro Pugliese lo acompañaba con su piano y los otros empezaron a brindar con vino y con licor Legui en honor del jockey Irineo Leguisamo que también estaba allí y bailaba con una rubia. Fue una grande fiesta porque’ alguien trajo también empanadas y chorizos parrilleros. Nadie preguntaba nada porque’ allí lo unico que interesaba era que los nuevos vecinos se encontraran bien y no tuvieran nostalgia por la otra vida. Así que se tomo’ muchísimo vino y casi todos se emborracharon.
Con las primeras luces del dia cada uno tenia que volver a sus respectivas pequeñas viviendas de esta grande - y normalmente silenciosa ciudad - y así fue que los dos jóvenes nuevos fueron acompañados con un coche.
Se da el caso que también el escritor Osvaldo “El Gordo” Soriano con el comico Alberto “El Negro” Olmedo habían estado de fiesta y se habían metido bastantes copas en el cuerpo y ahora estaban de vuelta con un ford falcon verde manejado por el boxeur Jose Maria Gatica que era el que mas había bebido.
Llegados a la altura del cruce entre las calles 6 y 33 el peugeot negro - donde viajaban los dos jóvenes chorros - choco’ frontalmente con el ford falcon que llegaba desde el Panteon de la Asociación Argentina de Actores. El choque fue devastador y el dia siguiente los encargados del cementerio tuvieron que trabajar muchísimo para tratar de recomponer los cuerpos desparramados entre las chapas de los coches destrozados. Ahora el problema era tratar de entender cual era el coche que se había equivocado en el no dar la precedencia al otro para que las respectivas compañías de seguro de la Chacarita pudieran pagar los daños de los coches y el arduo trabajo de recomposición.
Aparentemente no había nadie que hubiera  presenciado al impacto y pudiera testificar lo ocurrido hasta que se presento’ a las guardias del trafico cementerial -  ya pasadas las doce del mediodía - un señor muy distinto, engominado y elengatisimo con un clavel rojo en el ojal de la chaqueta y una sonrisa deslumbrante.
Fumaba un toscanello al anis regalado el dia anterior por dos amigos loquitos que llegaban de Europa y llevaban gafas raras (uno con dos hijos bellísimos y el otro con su amada señora caribeña). Se trataba del mismísimo Carlitos Gardel la Voz y el Alma del Tango que aseguro’ enseguida de haber asistido al accidente mientras fumaba el inmancable cigarillo antes de acostarse (no se sabe si solo o en compañía porque’ siendo el mas grande de los caballeros nunca hubiera delatado el nombre de la amante compañera…). La culpa era del peugeot negro que no había parado en el stop. Aseguro’ también que paseando por el lugar de los hechos después de que los trabajadores habian limpiado el cruce había encontrado en las cercanías un submariner vintage modelo 1680 y que estaba muy feliz porque’ hacia mucho tiempo que andaba buscando uno igual.
Dicen que ahora en las noches de luna llena Carlitos vuelve a cantar sus famosos e inolvidables tangos y a sus conciertos acuden todos los habitantes de la Chacarita. El se ve mas esplendente y elegante que nunca, la gomina de su pelo brilla de una luz deslumbrante al igual de su nuevo reloj suizo que lleva muy orgulloso en su muñeca izquierda.

Carlo Alfredo Bartolomei
Agitador Cultural

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