lunes, 28 de enero de 2013

Mis primeras personas Papo Vives Heyliger


                                                        Mis Primeras Personas

                                                      Calle del Hospital

Todo tiempo pasado lo encontramos mejor. En nuestras salidas por los alrededores de nuestro pueblo,

Gerardo y yo nos pasamos viendo lugares y fantasmas del pasado.Contemplamos la Calle del Carmen

y la finca Irivas con su Ranchón y sus dos charcas, una de ellas la que llamaba Mr. Ramos, la charca de

 Cali cantos (Calicantes), que nos llenaba de alegría cuando en las lluvias de octubre nos inundaba el pueblo, llenando las cunetas hoy desaparecidas y  desbordándose   por la casa de Manolín y don Manolo

rumbo a la Charca de los Barros. Aquel papá de Gelo  y el Sr. don Nayo vigilantes de la finca, al cual

temíamos y velábamos, para robarnos los mameyes detrás de la casa de Monserrate. Esa calle, la Calle del Hospital o calle Del Carmen, calle en forma de J, las casas unas pegadas de otras con el maderamen teñido de gris ceniza, cubierto los boquetes con latas de galletas Sultana, techadas con zinc acanalado del color del orín del hierro. La única casa con Balcón era la casa de los Medinas, o de doña Juana, dueños de la Palmera fonda del pueblo. El zapatero de los pobres don Minguito y los Abrojos, cubriendo los zapatos  de los  clientes con el caucho sacado a los neumáticos de los automóviles. Se veían esa suelas como sándwiches de varias capas negras rellenas de hilillos blancos, cosidos o más bien clavados. Allí conocía los Yambó, Doña Eustaquia a Rafi, quien jugó de los Piratas a Lalín y a Doña Beba, ésta se casó con Pepito mi gran amigo,  aún los veo de novios cerca de la casa de Minerva, a don Pablo Vilella y a Willito y Leonardo Hernández nietos e Hijos de Pablo el mejor pintor a stuco q he conocido y a esa mamá de Willito trabajadora incansable q los hizo hombres ella solita Al terminar la recta de la calle nos adentrábamos en la  en lo restante de la J,  donde la pobreza era extrema pero la alegría  más  inmensa. Recuerdo los ropajes tendidos a secar sobre las mayas de la finca. Existía cercana a la calle una caverna donde los pobres q carecían de letrinas eliminaban sus desperdicios. Eran épocas de la anemia de la lombriz y el bichillo. Aquella algarabía, aquel alboroto, la felicidad le salía por todos los poros del cuerpo, y este alboroto se hacía gigantesco según se acercaban las Fiestas Patronales  o las Navideñas. Todo era hiperbólico para esta gente buena. Recuerdo aquellas muchachas de Marcos, a la entrada de la calle, rubias de Gardel, pintadas de rojo, empolvadas, de trajes vistosos y las piernas cubiertas con medias transparentes, con un hilo al medio de la pantorrilla. Mis ojos de niño sorprendido ante tanto colorido, cuanto me gustaba verlas bajar y que pasaran por nuestra calle. Otras tiendas como la de Don  Sino y don Picacho, creo que hasta la familia Corujo, poseía  una de esas tienditas, la de verduras de Don Nilo, Eusebio completó el grupo con una tienda algo bohemia cubierta o rodeada de tallos de Caña India, llamada El Palledium, creo que de dos pisos y en los altos se jamaqueaban las parejas al son de guitarras, cuatros y güiros.  El  hospital de los pobres a cargo de Don Pablo, parecía como un pequeño edificio romano, donde Don Pablo ejercía la cirugía menor con una destreza no igualada por médicos titulados. Aún recuerdo la vez q lo vimos haciendo la autopsia en el cementerio a un personaje quebradillano, con una cabeza socrática y una memoria elefantiasa. Al  cortar la cabeza con un serrucho pasaporto, el Dr. Ríos que observaba las circunvoluciones del cerebro declaró q aquel hombre sin duda alguna era bien brillante, era la época de Alberto Einstein. No hubo en nuestro tiempo un pobre que no hubiese sido la cabeza cosida por Don Pablo. Otras personas acudían a visitar la farmacia del Lic. Roure o la casa de doña Brígida y don Teo para el mismo menester. Bajaban durante la temporada de béisbol  un grupo de muchachos, tirándose bolas de pelota caliente, como ejercicios de calentamiento, antes de llegar al parque de pelota, entre ellos iba un gran pelotero, Don Raúl Mejías, Rafael y Fufo Miranda, y otros muchachos como Chanito,  que para aquellos tiempos era el flaco más parecido a Frank Sinatra con un puño temido y sólo igualado por Carmelito Pérez Martínez. La pelota en este mi pueblo era muy vistosa, aún recuerdo como se llenaba el pueblo en aquellos double header que daban los domingos donde competíamos con el Camuy Arenas. No puedo olvidar otros personajes de aquella gloriosa calle, como Fey, un muchachón algo inocentón hijo de doña Rosa, era un fanático del deporte como ninguno, lo veía leyendo la parte deportiva del periódico y luego parecía uno de aquellos expertos del programa Corona que se daba a las doce del medio día junto a los vegabajeños  y  Diplo en La Tremenda Corte o el Tremendo Hotel. Lloraba cuando los muchachos decían acusarlo a su madre pq se daba algún trancazo del etílico. Nuestras calles se mantenían limpias gracias a un grupo de hombres buenos y pobres, éstos perdían su salud para conservar la nuestra, uno de esos personajes era Don Lolo hombre tosco con barba blanca a medio hacer y Don Nelo Pupo. Nicio q deambulaba por las calles, aquel ayudante de el electricista (Galón) Crespo siempre con un alicate en el bolsillo trasero, y el empleado de don Amalio Rosa, a  quien conocíamos como Pulga recordando aquel cuento no se si de un Danés llamado Pulgarcito. Eran gigantes de nuestro pueblo, cuántos favores y mandados hicieron para bien de otros. Ña ,como aún veo aquellos carruajes  de zinc q venían del matadero, llevados a Don Lalo o a Don Rufino, la carnes trozadas o a veces paraban en el negocio de Z(S)abaleta  para entregar pulmones y bazo ,convertidos en bofe,tan sabrosos mezclado con aquellos bacalaitos que parecían ostras gigantescas, no esos bacalaitos modernos flacos  y desabridos. Un personaje q no puedo olvidar es a Don Yico, padre de Andreita la boletera del Teatro Liberty , bajando con su yegua y sus banastas a una finquita que tenía por allá por los burros en el Barrio de las Cuevitas, todo vestido de caqui con aquellas botas tan particulares q usaban nuestros obreros a veces llenas de herraduras y siempre asombrerado.No se porque relaciono a  Andrea con Doña Pochola, aquella viejecita dulce madre de Pepe. Existían  dos lecherías una allá en lo alto de la calle y otra cerca de Don Benito Alago, lechería de Don Juanito Medina. Algunos de aquella calle, como Candita y Amanda la de Reinaldo, el único hombre q vi enfrentarse a Oscarito, venían a buscar leche al pueblo, con sus cacharros, potes de avena quaker o cacerolas.Esperábamos hasta q llegará Juanito, aquel hombre fuerte, siempre rojizo, q para todos tenía cariño y buen trato, mientras parloteábamos o meramente nos acurrucábamos con aquellos suéteres llenos de agujeros y descoloridos por el uso. Minerva Yambó ha sido de aquellos personajes el más impactante en mi vida de la Calle Rafols. Es como una segunda madre. En aquellos tiempos en q la conocimos vivía en un cuartito, al lado de la casa de Amalio Rosa, cerca del Taller de  Pen, compartido creo q una doña Rosa madre de Fey.  Taller donde los pobres se ganaban  unos reales cosiendo guantes, o bordando. Era costurera, muy buena en su oficio. Llegó a vivir a nuestra calle justo al frente de mi casa,con su esposo Antero y sus dos hijos,Nilda y Pelupe.Antero trabajaba de técnico dental de Pepín Cordero ,conocía muy bien el arte de las peleas de gallo, allí conocí a Miguel  y a Mr. Ruiz muchachos q pelaban los gallos de Antero o de otros galleros. Desde que llegó hizo migas con mi madre  y de ahí en adelante siempre ha estado con nosotros. En aquellos tiempos Minerva y mi madre se enviaban todos los días los almuerzos y comidas, a tal grado que si no nos gustaba la comida del día esperábamos el plato de Minerva, q al igual q mi madre cocinaban riquísimo , era  cosa curiosa q se tenían tres comidas diarias, hoy en día se cocina una vez al día y no se le envía nada a los vecinos.Minerva nos tapaba nuestras maldades para q mi madre no nos pegara y por ello le estamos agradecidos por el ahorro en los castigos Cuantas veces recuerdo como podía olerme mi perfume a Ron Superior desde la cocina. Mi madre estaba preocupada por mi salud, Minerva sabía q mi enfermedad era de origen dionisiaco. Para el Viernes Santo

comía del rico escabeche de Minerva. Otros fantasmas pasan por mi mente de manera fugaz, doña Ambrosia, don Alsemo con aquel fotuto anunciando las películas del teatro Liberty,más tarde otro llamado el Loro Medina lo sustituye con altoparlantes montados sobre aquella picot roja de Oscarito, tenía tal memoria q una vez recibido el anuncio lo botaba al zafacón y luego lo repetía con puntos y comas.Sandy el de las chinas cerca de la zapatería de Don Varo,imagen inmortalizada por Cajigas, a los Pirres y aquella tragedia de un hijo ahogado en Los Burros, esa familia Pérez descendiente de un Sr. Martín Pérez ,muchachos geniales q hicieron su Silla Voladora, los Carritos, La Algodonera azucarada, tocadores de cuatro y guitarra y hasta un poeta q todavía anda entre los vivos.Aquel, Yambó trabajador de Fuentes  Fluviales con aquel zapatón gigantesco encharolado  fumando un cigarro a medio hacer, de andar algo curioso, no tan curioso como el mío.Un Sr. llamado Macho, enamorado ciegamente de una hija  preciosa,de ojos verde mar de Don Marcos. Se que algunos recordaran otros fantasmas queridos q aún se mueven por la finca de los Irivas, por la calles de Quebradillas. Ñeco el vendedor de chinas, al igual q don Tomás Estrella padre de Fernando, don Tomás Misla buen carpintero  padre del Indio,Toña la vendedora de huevos,Chen,Miñe,Chano con su familia(Los Sardinillas) ,alguien llamado Laliú, los Morenos,doña Ambrosia, Eustaquia la segunda esposa de Yambo, Fermín aquel hombre bueno de cigarro mordido cuyos trabajos eran la limpieza de nuestros pozos más bien letrinas, no sé si en alguna ocasión le dio una infección seria, pero como se reía con una gracia y cuanto sudor le recorría aquel incompleto bigote..Yaya la mama de Benjamín el bombero. Un muchacho travieso que relacionábamos con la leche Klim, al cual temíamos q escasamente media metro y medio y pesaba menos de 100 libras.Tinán aquel empleado eficiente de Don Moncho.Llano que se nos fue para la Fuerza Aérea desde temprana edad,Peseta y Chanito se metieron a la marina y venían de pase con aquellas vestimentas de Popeye el marino, con las nalgas apretadas y un vuelo a nivel de zapato, traje lleno de cintas negras y aquel sombrerito  que usaban algo inclinado sobre una cabeza pelada.Galo el panadero, aquellos sudores mezclados con harina y levadura le daban aquel gusto tan delicioso, máxime cuando se le untaba aquella grasa de puerco sacada de una lata con tapa con márgenes aserrados.Don Julio López creo que también era un carpintero de aquellos que todas las herramientas cabían en un cajón un poco más grande que aquellos famosos boleros como los Machetes  y el Tocino ,que no necesitaban del spit shine para que sus zapatos brillasen como soles y olieran aquellos betunes de tapas blancas, con líneas negras o tapas castañas con líneas similares.Los Núñez, ese montón de familia tan llena de vida, tan trabajadores, uno de ellos fue a Vietnam ,a luchar por intereses ajenos, guerra apócrifa, perdida antes de comenzar.No puedo olvidar los Morenos ,el papa de Jando nuestro conserje y la maestra de economía doméstica Maggie, Samuel conocido como Miñé como coiment de billar al igual q nuestro amigo Kery y creo que Sosa, trabajaban el billar de Laureano.Doña Esperanza la comadrona de la calle y de extramuros.Chuito Ramos hoy tiene un supermercado frente al caserío, Israel el enfermero hombre bueno y caritativo que ha ayudado a tantos a morir como cristianos, con dignidad, cuidados con esmero y cariño. Cliville hombre algo metido en libras quien se me parecía a nuestro inolvidable Davilita. Guillermo Vía mi tío abuelo, hermano de mi abuelo Juan. Don  Ángel Álvarez otro carpintero glorioso con altura de baloncelista, padre de Nury nuestra enfermera y nuestra Lucy Boscana de la escuela superior de los años 50. La familia Sosa, algunos relacionados con un muñequito ciego y pequeño de las tirillas cómicas. Entre los pobres jamás se llora,según decía Pedro Infante en la película Ustedes Los Ricos”.Son tantos los fantasmas de aquel rincón, que fue tan hermoso en aquel Quebradillas q ya no es ni será jamás.

 

 

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